Investigadora: ALba González


Enriqueta Madrid

4 Noviembre de 1929. Peñarroya-Pueblonuevo

Enriqueta Madrid
Enriqueta Madrid

Nos acercamos a la figura de Doña Enriqueta Madrid, que mostró un gran interés en hablar con nosotros y nos dio una información muy valiosa de cómo era la vida en la comarca del Guaadiato hace unos años.

 

Enriqueta nació y creció en casa, rodeada de hermanos y permaneció toda su vida soltera.

 

Su familia vivió siempre en la zona, de hecho manifiesta que su abuelo, Don Pedro Madrid Buitrago, fue contratista y vivió en Fuente Obejuna, de hecho él mismo tenía a su cargo una cuadrilla de más de 900 obreros con la que construyó parte del cerco industrial de Peñarroya-Pueblonuevo.

 

Este hecho es significativo y muestra cómo la empresa Sociedad Minero-Metalúrgica de Peñarroya (SMMP) pese a tener capital íntegramente francés, encargaba a empresas de la zona la construcción de parte de sus instalaciones, creando por tanto un empleo indirecto nada desdeñable.

 

Tanto su Padre como su madre fallecieron jóvenes así que ella misma se hizo cargo del cuidado de sus hermanos, todos varones, que evitaban a cada momento que Enriqueta intimara con cualquier chico de su edad por miedo a perder el servicio doméstico que ella les facilitaba.

 

Como era de esperar, la mentalidad de la época identifica como propio el hecho de que la mujer esté al cuidado del hogar y a que a falta de madre, sea la hermana la que se dedique a las tareas domésticas y el cuidado de los varones de la familia, impidiendo llegado el caso que la misma contraiga matrimonio.

 

Nos cuenta, que su padre se llamó Ramón y falleció con solo 46 años, fue maestro de escuela y trabajó en Belmez. Por lo visto también trabajó para la SMMP haciendo tareas de oficina, puesto que en aquella época no todo el mundo sabía leer y escribir.

Enriqueta era una niña pequeña cuando estalló la Guerra Civil y solo recuerda que los milicianos acudieron a su casa, hablaron con su padre, suponemos que de ideología política y buscaron armas para requisarlas para el combate, pero que no encontraron ninguna y a su padre le dejaron  tranquilo.

 

Enriqueta tuvo tres hermanos, todos varones.

 

El mayor, José emigró a Madrid, pero los otros dos hermanos. Ramón y Antonio se quedaron en Peñarroya pero llevaron vidas bastante distintas.

 

Ramón fue perito de minas y trabajó un tiempo en la empresa hasta que el trabajo comenzó a flojear y se tuvo que ir a Suiza, como tantos otros españoles que en la década de los 60 emigraron para buscar empleo.

 

Ramón era muy elegante y Enriqueta nos cuenta que tenía muchos trajes. Lo cual nos puede servir de ejemplo para comparar el nivel de vida en Suiza con el de España, este último mucho más humilde.

 

Ramón volvió cuando se jubiló y vivió sus últimos años de vida en Peñarroya, tranquilo y con una buena paga.

 

Antonio, el menor de los hermanos, trabajó en los talleres del cerco industrial, a diferencia de Ramón no vestía de traje, sino con el característico mono azul de la empresa.

 

Ambos le pasaban la paga a Enriqueta, que se encargaba de la economía doméstica.

 

Ella solía acudir al economato de la empresa, allí podía adquirir productos alimenticios a un precio más económico, pero era solo para trabajadores de la empresa y es que por lo visto en Peñarroya la empresa lo era todo y todo era de la empresa.

 

Nos cuenta cómo ella misma se hacía la ropa, le gustaba bordar y hacerse vestidos para las fiestas.

 

A Enriqueta le gustaban mucho los bailes y solía ir al casino de Pueblonuevo. Allí los franceses entraban gratis pero ella y sus hermanos debían pagar una cuota para entrar, como anécdota nos cuenta que solía tocar una orquesta llamada Villafranca y que también eran habituales las “animadoras” mujeres que bailaban mientras se quitaban la ropa para regocijo del público masculino.

 

También había bailes en el llano en una caseta, suponemos que se refiere al antiguo kiosco musical.

 

Y acudía a la feria de Belmez, en aquella época iba y venía en la maquinilla, antiguo tren automotor que unía ambas poblaciones, incluso volvía a las 5 de la madrugada, suponemos que tal vez por feria ampliaban el horario habitual de este tren, que era utilizado a diario por los trabajadores belmezanos que acudían al Pozo Antolín y al Cerco Industrial a trabajar.

 

También le gustaba acudir frecuentemente al cine, afición que le inculcó su padre, solía ir al cine Cervantes y al cine Andalucía y a ver representaciones teatrales al teatro Zorrilla.

 

Enriqueta nos ha enseñado cómo Peñarroya-Pueblonuevo era una ciudad próspera e industrial, pero también jovial y divertida, con gusto y distinción sin nada que envidiar a otras ciudades bajo el paraguas de una empresa omnipresente y omnipotente e impregnada de cierto sabor francés que influyó entre la ciudadanía de la época.

 

 

Ahora Enriqueta está preocupada porque tiene una casa en el pueblo y se está estropeando, nadie la cuida y no tiene herederos. Está pensando en venderla, nos cuenta, pero le da pena. Su cuñada, que vive en Madrid, dice de venir a verla, pero ella aún no le ha dicho que ya no vive en su casa, que su casa es ahora la residencia.

Enriqueta Madrid
Enriqueta Madrid
El Llano de Peñarroya-Pueblonuevo
El Llano de Peñarroya-Pueblonuevo


Isabel Luna

5 mayo de 1937. Peñarroya-Pueblonuevo

Isabel Luna y su esposo Gaspar
Isabel Luna y su esposo Gaspar

Nuestra otra entrevistada tuvo una vida muy diferente, Isabel Luna pasó casi toda su vida en el campo.

 

Hoy en día la memoria le juega malas pasadas, pero después de hablar un rato con ella creemos que vivió en Las Patudas. Creemos que hemos acertado, porque cuando decimos el nombre de la aldea Isabel se puso muy contenta al recordar el topónimo del lugar que le vio nacer.

 

Su vida fue muy sencilla. Su padre la “juntó” con un muchacho, que terminó siendo su marido y el padre de sus cinco hijos, Gaspar se llamaba, porque ya falleció. Un hombre muy guapo, cosa que podemos atestiguar por las fotos de su boda que nos muestra. Ella también estaba muy guapa.

 

Su padre acordó el noviazgo, porque ella era algo tímida. Gaspar era un buen hombre, con tierras también en Las Patudas, así que todo quedaba en casa.

 

Las Patudas es una aldea situada entre Hinojosa del Duque y Valsequillo, a unos 20 km de Peñarroya, por una camino, el de las Picazas que aún hoy en día sigue sin asfaltar. En realidad es un lugar remoto, alejado, famoso por su vino de Pitarra.

 

Parece orgullosa de las fotos de su boda y nos habla mucho de ellas. Nos cuenta que se casó en Pueblonuevo y que aquí se compró su vestido de novia, el de la foto.

 

También relata cómo era la vida en el campo, muchos animales, muchas tareas que hacer a diario y cinco hijos a los que había que traer a Pueblonuevo en carro para ir al colegio. Ella venía poco, era una mujer rural.

 

 

Ahora está en la residencia donde está bien atendida. No nos sabe decir muy bien a qué se dedica cada uno de sus hijos, pero sí que no todos viven aquí, que ahora los trabajadores ya no vienen a Peñarroya en busca de empleo, que ahora son los de aquí los que tienen que ir fuera a buscar trabajo, porque la empresa ya hace muchos años que cerró. Uno de sus hijos sigue teniendo el campo en las Patudas y cuidando de los animales.


De izquierda a derecha: Enriqueta Madrid, Isabel Luna y Alba González en la actualidad
De izquierda a derecha: Enriqueta Madrid, Isabel Luna y Alba González en la actualidad