Investigadora: Sara Fernández


Catalina Barrera

8 Octubre de 1937. Peñarroya-Pueblonuevo

Catalina Barrera
Catalina Barrera

Catalina Barrera nació en 1936 en Peñarroya-Pueblonuevo, trabajó toda su vida de costurera y ya se encuentra jubilada, es viuda.

 

Catalina nos muestra una foto tomada en casa de una amiga en la que sale con los pantalones del padre de la misma en lo que suponemos un juego premonitorio puesto que Catalina fue una de las mujeres pioneras en el trabajo fuera de casa.

 

Fue la hija mayor de diez hermanos en el seno de una familia trabajadora.

 

 

Como podemos observar el comportamiento demográfico ha cambiado mucho en España. Durante la primera mitad del siglo XX se contraía matrimonio a una edad muy temprana y se tenían muchos hijos debido a la inexistencia de métodos anticonceptivos, la preeminencia de la religión cristiana pronatalista y a que la crianza de los hijos era una carga económica para las familias durante menos tiempo que en la actualidad, ya que desde muy jóvenes aportaban a la economía doméstica.

 

Tanto su padre como su madre trabajaban, por lo que ella, desde muy joven estuvo al cuidado de sus hermanos, lo que la hizo madurar muy pronto.

 

Su padre era minero y su puesto era el de entibador en la Mina San Rafael. Entibar era muy importante para la seguridad del trabajo minero, para evitar que la galería se desplomara. Es un hecho significativo que todavía hoy, en el día de Santa Bárbara se lleva a cabo un concurso anual de entibadores pese a que ya no hay galerías que entibar ni minas abiertas y nos sirve de muestra de lo importante que fue este trabajo.

 

Su padre llegaba a casa siempre muy sucio y su madre le tenía siempre todo preparado para que se duchara y se quitara el tizne negro que cubría su cara y su cuerpo. De pequeña le impresionaba mucho ver a su padre tan negro en contraste con el blanco de los ojos y de sus dientes cuando sonreía al verla.

 

En aquella época no había baños y se tenían que duchar en una especie de tina con agua caliente y hacían sus necesidades en una cuadra.

 

Nos cuenta cómo ella misma aprendió a coser y a hacer confecciones que iba entregando a domicilio.

 

Apreciamos como en el caso de Catalina se cumple el arquetipo de la España de principios de siglo donde la joven trabajaba ayudando a la economía doméstica en un sistema no reglado.

 

Nos relata que su padre estuvo en la Guerra Civil, en el frente, pero que cuando regresó nunca habló de ello, por lo que Catalina no tiene mucha información al respecto. Entendemos que debido ser una experiencia bastante traumática para su padre que no quiso compartir con sus hijos.

 

Con el tiempo, su trabajó esporádico en la confección de ropa se hizo algo más profesional y se dedicó a ello a tiempo completo desde los 24 a los 65 años. El sistema seguía siendo a domicilio, pero ella, ya dada de alta se convirtió en una buena profesional del sector textil.

 

Nos cuenta que su sueldo no era fijo, sino que variaba en función de los trabajos que hacía. Podemos compararlo con lo que hoy conocemos como trabajador autónomo.

 

Nos llama la atención como en el caso de Catalina se cumple también el proceso de incorporación de la mujer al mercado laboral que tuvo lugar en nuestro país a partir de mediados del siglo XX, por lo que deducimos que nos encontramos ante toda una pionera en el trabajo femenino.

 

Fue adquiriendo maquinaria específica para su empleo, como una máquina especial con la que las costuras de las piezas de ropa salían ya cosidas, que le facilitó y agilizó mucho su labor.

 

 

En su tiempo libre solía ir al cine o a pasear por el llano, pero recuerda gratamente cómo en el día de la cruz subía al peñón a merendar con amigos y familiares y que también le gustaba cantar en los carnavales.

 

Cerco Industrial de Peñarroya-Pueblonuevo
Cerco Industrial de Peñarroya-Pueblonuevo

Catalina se casó y su marido también trabajó en la Sociedad Minero-Metalúrgica de Peñarroya en la fundición, pero no hablaba mucho con ella de temas laborales.

 

Sí recuerda el cierre dela fundición, porque su marido perdió el empleo y se tuvo que ir a buscar la vida a Barcelona, a los dos años volvió a por ella y se mudaron a Barcelona, donde tuvieron sus dos hijos, una niña y un varón.

 

Podemos constatar cómo al cerrar la empresa en la comarca llegó la depresión económica y que Catalina y su marido siguieron el camino que tantos otros andaluces iniciaron en la década de los 60, que fue el de buscar trabajo en Cataluña, una zona que se consideraba más próspera y con mayores oportunidades de empleo.

 

Algunos, como ella, volvieron a la zona tras la jubilación a pasar los últimos años de su vida en el pueblo que la vio nacer, Peñarroya-Pueblonuevo.


Bárbara Cuenca

28 Febrero de 1932. Fuente Obejuna

Bárbara Cuenca
Bárbara Cuenca

Bárbara Cuenca nació en los Ojuelos Altos, aldea de Fuente Obejuna, permaneció siempre soltera debido a que se ordenó como religiosa y también se dedicó a la enseñanza, actualmente se encuentra jubilada.

 

A Bárbara Cuenca el hábito le viene de familia, puesto que toda su familia era religiosa, de hecho se encargaban de ayudar a personas desfavorecidas ofreciéndoles comida u otros recursos.

 

A esta labor se dedicaron sus padres, sus ocho hermanos y ella misma y no era raro tener en su propio hogar a otras personas en forma de acogida.

 

Desde niña fue educada en un colegio religioso, junto a todos sus hermanos. Fue allí donde fue adquiriendo la vocación de ser monja, tanto le gustaba, que solía jugar a ello en sus ratos libres.

 

Desde niña vio cómo su madre, que regentaba un bar, daba de comer a los más desfavorecidos, y le sirvió de ejemplo para dedicarse ella también a ayudar.

 

En imagen que nos proporciona podemos observar una mirada que se nos inspira bondad y serenidad, la serenidad de las personas que dedican su vida a los demás sin esperar nada a cambio.

 

Su padre tenía molinos, y obtenía un buen rendimiento de ellos, por lo que Bárbara afirma que tuvo una infancia holgada.

No nos sabe decir apenas nada de la guerra civil, simplemente que los valores cristianos de su familia no comulgaban con la violencia de una guerra, por lo que intentaron mantenerse ajenos a la misma.

 

Desde muy joven, y una vez ordenada monja, se dedicó a la enseñanza en un colegio religioso, educando a niños de primaria durante toda su vida. Todavía recuerda a muchos de ellos y afirma que la querían mucho y que ese cariño era recíproco. También dedicaba parte de su tiempo en atender a personas necesitadas. No recuerda a qué edad se jubiló ni cuánto tiempo ha pasado desde entonces.

 

Para desarrollar su labor utilizaba los instrumentos propios del oficio de maestro y una biblia que la acompañó toda su vida con la que enseñaba a leer a los niños.

 

Su tiempo de ocio lo dedicaba a pasear con amigas, ir al cine o a bailar y cantar canciones religiosas.

 

La historia de Bárbara nos ha servido para ilustrar otro episodio de la historia de España, en la que la influencia de la Iglesia y la religión en general en la vida de las personas era mucho mayor que en la actualidad.

 

 

Actualmente sería mucho más complicado encontrar chicas jóvenes con vocación para ordenarse religiosas.


De izquierda a derecha: Bárbara Cuenca, Sara Fernández y Miguela Pérez en la actualidad
De izquierda a derecha: Bárbara Cuenca, Sara Fernández y Miguela Pérez en la actualidad